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martes, 12 de marzo de 2013

Oficios en desuso

El sustanciero: 

En tiempos de la posguerra  el sustanciero era un personaje que provisto de un hueso de jamón, o de vaca, atado a un cordel,  iba casa por casa, introduciéndolo en las ollas durante unos minutos «para darle sabor» a las comidas, a un precio convenido (comúnmente a peseta el cuarto de hora).

Se cuenta que, a grito pelado, pregonaba:
«¡Sustancia! ¿Quién quiere sustancia para el puchero? Traigo un hueso riquísimo».

A lo que alguna vecina respondía:
«Déme usted una perra gorda de sustancia, pero a ver si me la sirve usted a conciencia».

El Pregonero:

El pregonero era antiguamente en España y sus colonias, el oficial público que en alta voz daba difusión a los pregones, para hacer público y notorio todo lo que se quería hacer saber a la población,  hasta que en nuestros días la generalización de los bandos impresos y el desarrollo de la prensa les han hecho casi inútiles.
En poblaciones pequeñas, se conserva este empleado para dar a conocer aquellos acuerdos de carácter general y urgente que interesan a todo el vecindario, así como para dar difusión a anuncios comerciales de carácter particular y circunstancial, pérdidas de objetos, etc. En algunos lugares se conserva esta figura por tradición, en fiestas y en celebraciones locales.

El pregonero iba con una cornetilla y comenzaba su pregón con un "Se Hace saber:....."

El Lañador:


Lañador era el que restauraba cazuelas y pucheros u objetos de barro y cerámica poniéndoles  lañas que son una especie de grapas para restaurar el objeto, también llevaban una aleación metálica para arreglar sartenes y ollas.

El Sereno:


Este personaje  fue el encargado durante décadas de encender las farolas con la caída de la noche, y vigilar las calles mientras la noche durase, avisando de los incendios y evitando los robos. Llevaba las llaves de los portales en una mano y el chuzo en la otra. Sobre el chuzo solía colgar un farolillo




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